Saturday, April 14, 2007

Episodio I: La amenaza bogavántica (III).

Gamba Wars.

Episodio I: La amenaza bogavántica.


Capítulo 3: La reunión por el tema este de la carrera de las vainas-navaja.

Shmi seguía durmiendo plácidamente, aún después de haber sido zarandeada brutalmente por LangostiWalker y de haberse recorrido media casa estilo “acción pinball”, como duermen todas las medusas cuando tienen sueño (característica que tienen la fea costumbre de compartir con el resto de los habitantes de la piscifactoría). Al despertarse, se acordó de que ese niñato…

-¡Tengo nombre! –Se quejó Anakin al autor.

Se acordó de que ese “tengo-nombre” era su hijo, y le había golpeado en sus partes nobles, íntimas e intransferibles de su cuerpo. Por tanto, debía castigarle. Al decirle Gambidala que quería llevárselo con ella:

-Quiero llevármelo conmigo, porque en el futuro tendré que fol… intimar con él.

-Para llevártelo tendrás que pagarme, porque me atizó en mis partes nobles, íntimas e intransferibles de mi cuerpo.

-¿Puedo pagar en especie? –Intentó Gambidala, quien notaba que su lívido volvía a los niveles normales (es decir, estratosféricamente).

-No.

-¡D’oh!

-¿Y cómo deberemos pagarte? –Inquirió Qui Gambón, al rescate de su chacha porno particular.

-Regalan un juego de cubertería monísimo al ganador de la carrera de vainas-navaja, que como cada año se celebra en el circuito Ricardo Medusormo, aquí en MedusEisley. –Suspiró Shmi.

-¿Nos estás pidiendo que te consigamos una mierda de cubertería? –Se enfadó Qui Gambón.

-¿En qué lo notas? –Se hizo la loca Shmi.

-Está bien, si no queda más remedio… pero me pido no pilotar –Se apresuró a aclarar GambaWan.

-Yo soy una princesa –Dijo Gambidala, ofendidísima porque alguno tuviera la simple ocurrencia de que ella fuera a pilotar un percebe. ¿ELLA? Oh, por favor…

-Disculpad, alteza, pero… son vainas-navaja –Dijo GambaWan en un tono pseudo-medievalesco, pasteloso y sumamente *-oso, leyendo la mente de Gambidala.

Gambidala se puso roja antes de lanzarse a comerle todo a GambaWan otra vez, puesto que tenía que rebajar su lívido, y porque le había sorprendido GambaWan con esa lectura de mente (separado) tan sorprendente (téngase en cuenta que las gambas apenas rozan el 0,000000000(periódico)000001 de cociente intelectual. Si ya les cuesta realizar trabajos tales como prestar atención, leer la mente no te quiero decir nada).

Todos miraron instintivamente a Qui Gambón, incluido el cuarto en discordia, Anakin LangostiWalker, evadiendo sus responsabilidades. Qui Gambón agarró por los hombros a LangostiWalker, y le miró con cara de padre orgulloso, y con ojos de “voy a matarte”.

-Bueno, parece que éste será tu momento de gloria, personajillo.

-Tengo nombre –Corrigió Anakin.

-Bueno, parece que éste será tu momento de gloria, “tengo-nombre” –Dijeron los otros cuatro animales marinos al unísono.

-Vale, pero antes tendremos que robar unas cosas de la tienda de mi amo, para tunear mi percebe (Vaina-navaja, cazurro). Quiero uno como el del Pez-Globo-Neng, verde, con gafas de sol enormes y un SubWoofer que tumbe MedusEisley.

Qui Gambón miró a GambaWan, y éste asintió. Qui Gambón dejó caer brutalmente a LangostiWalker en el suelo (cabe mencionar el considerable boquete que dejó en el suelo, debido a la dureza de su apéndice superior, o cabeza), y luego se puso la capucha, al igual que GambaWan, y ambos salieron de la casa en absoluto silencio, como si fueran dos sombras, o más bien, viéndolo desde otra perspectiva, como dos ninjas, o, incluso, me atrevería a decir que como dos gambas estúpidas que van a robar en la tienda de una merluza estúpida. ¿Qué raro es el mundo, verdad?

GambaWan y Qui Gambón llegaron raudos, prestos y veloces a la tienda de Merluzatto, y antes de entrar, se escabulleron por un callejón, y se agacharon, mirando a todos lados, para comprobar que nadie se fijaba en sus dos trajes negros, que destacaban perfectamente sobre las paredes color beige arena que les rodeaban. Empezaron a sisear susurrantes cual sombra que serpentea entre las sinuosas y solitarias trastiendas de la ciudad.

-Bien, ahora, mi querido Gambadawan, te toca a ti distraer al merluzo éste. Yo cogeré lo que nos ha pedido Anakin –Dijo Qui Gambón mientras extraía sigilosamente una porción de papel doblada al milímetro, en cuyo interior reposaba, codificada, una lista extraña.

-¿Qué has de coger, maestro?

Qui Gambón alzó levemente el trozo de papel, lo miró a trasluz. Lo dio vueltas, lo puso en posiciones extrañas, sin duda a punto de encontrar la clave para resolver el misterio de la curiosa encriptación que ya desde tan renacuajo…

-¡Tengo nombre! –Chilló Anakin al autor, el cual respondió con una soberana ostia.

… que ya desde tan “tengo-nombre” dominaba el jodío.

Tras 27 horas y 95 minutos y medio trasteando con la lista, GambaWan se cansó, le arrancó la lista de las manos (y las manos casi también), y la leyó susurrante cual sombra que serpentea entre las trastiendas de la ciudad.

-Una docena de huevos, tres litros de leche, espuma de afeitar, la PentHouse Comix, un kilo de manzanas y tres propulsores estelares.

-Supongo que lo que necesitará para su vaina-navaja será la espuma de afeitar y esa cosa tan extraña llamada PentHouse Comix. –Inquirió Qui Gambón.

Decididos, ambos Gambdis asintieron, y se ajustaron el Burkha para que Merluzatto no supiera quiénes eran. Primero entro GambaWan, quien miró muy atentamente la colección de pelis porno del Plus grabadas en VHS. Merluzatto se le acercó, mirando incómodo el Burkha de GambaWan, para preguntarle:

-¿Desea allllblllblgo? –preguntó Merluzatto.

GambaWan giró lentamente la cabeza hacia Merluzatto, dándole al movimiento la lentitud suficiente como para mantener a Merluzatto atento a él el tiempo necesario para que Qui Gambón se colara en la trastienda. Ciertamente era un movimiento que ambos dominaban a la perfección, ya que lo habían usado cientos de veces para colarse en puticlubs (aunque GambaWan sospechaba que había algo que no cuadraba, puesto que él siempre se quedaba horas esperando en la entrada).

-No, nada, estoy bien…

Merluzatto oyó ruidos extraños en la trastienda, tras lo cual se acercó a ver qué pasaba con las cuatro pirañas asesinas de Pirañashyyk que se había dejado sueltas. En ese instante, GambaWan reaccionó presto, raudo y veloz, y le preguntó que a cuánto salía la broma, con unas cuantas pelis porno del Plus en la mano.

-¿A cuánto sale la broma?

-Por ser ustbbbllbed, se lo dejbllllbllo gratis.

-No, por favor, no me gustaría –Insistió GambaWan.

-Que bbbbllblno, de verdbllblad.

-Insisto –Insistió insistentemente GambaWan.

-Por fabbbllllblbvor, tengo cosas que hacer.

-Me veo obligado a seguir insistiendo –Siguió insistiendo insistentemente con insistencia GambaWan.

-¡Da igual! ¡Llévbbbllblblselo!

-¡Vale! –GambaWan abandonó la tienda, olvidándose por completo de su maestro, a excepción de que en cuanto Merluzatto se dio la vuelta, aprovechó para birlarle todo lo que pudo, tanto si estaba en la sofisticadamente encriptada lista como si no.

Merluzatto entró en la trastienda de la tienda (evidente, ¿no?), para encontrarse con Qui Gambón luchando a muerte contra las pirañas asesinas de Pirañashyyk. Ya había derrotado a una, habiéndole sajado con uno de sus bigotes láser el píloro, parte del duodeno, y el peroné, todo esto sangrando por uno de sus doce hombros. Las otras tres pirañas asesinas le rodeaban y atacaban constantemente mientras él se defendía con los bigotes láser, y empuñaba otros tres cuchillos de untar el pan, oxidados y viejos, en sendas manos. A Merluzatto le dio tiempo a flipar varias veces en colores, en blanco y negro, en 3D, con efecto ruido, motion blur, y en animación suspendida, mientras el combate terminaba. Qui Gambón 1 – Pirañas asesinas 0. Qui Gambón se sacudió el polvo de encima, y se giró, para ver a Merluzatto aún por la parte de flipar en 3D varias veces (Se ve que, en el proceso, se había quedado atascado). El maestro Gambdi “cogió prestado” (total, era para que el niño corriera con su vaina-navaja, y Shmi se llevara su cubertería, y todos pudieran largarse de aquel apestoso estanque lo antes posible) lo necesario, y salió de la tienda. GambaWan le estaba esperando donde habían siseado susurrantemente como sombras que serpentean entre las sinuosas y solitarias trastiendas de la ciudad. Allí retiraron su burkha y se dirigieron hacia la parte norte de MedusEisley, hacia el dúplex de lujo de Shmi.

Al llegar, golpearon repetidas veces la puerta, con tanta fuerza que no se percataron de unos gritos que provenían “vete-tu-a-saber-de-donde”. Al rato los oyeron y apatrullaron la casa hasta encontrar la puerta trasera. Anakin estaba plácidamente dormido, mientras en la tele ponían episodios de Los Lunnis, que según lo que decía el “TodoTele” de ese día, iban después de “Qué Grande es el Cine”, de OstraGarci. Subieron hacia las habitaciones de arriba (no van a subir hacia las habitaciones de abajo, como es evidente), donde el ruido (Que fue transmutándose de dolor a placer en breves segundos) se hacía más y más intenso. Qui Gambón noto como algo pugnaba por abrirse camino en su caparazón, y para calmarse, se imaginó al RapeFary comiendo limones y otros cítricos derivados (como las naranjas, que como todo el mundo sabe, son derivados del limón, que fue el primer y único Cítrico del universo, tanto que incluso se creó el Limonismo, para adorarlo; su mandato fundamental es: si el limón no va a la paella, la paella va al limón), pero ni por esas consiguió estar menos empalmado. Irrumpieron en una habitación, para encontrarse a Shmi pegada a la cabeza de Gambidala, casi quedándose la primera sin fluidos (De ningún tipo, porque estaba usando otros para sustituir a los vaginales). Al oír la puerta, Gambidala soltó de repente a Shmi, la cual cayó casi muerta a la cama, y se tuvo que limpiar con las sábanas para no dar asco a Qui Gambón, el cual se sentía traicionado, tanto que tuvo que salir de lado por las puertas sucesivamente a lo largo de su futura vida (que, la verdad, le queda bastante poca).

Al rato estaban todos más o menos presentables, sin Burkhas ni fluidos por ninguna parte, en el salón, preparando la carrera de dentro de unas semanas. GambaWan, que era bastante más friki de la electrónica que Qui Gambón, ayudaría al “tengo-nombre”…

-¡Tengo…! Ah, vale. Mucho mejor. –Se disculpó Anakin.

…a tener la nave lista para la carrera, Gambidala ayudó a Shmi a preparar comida con lo que los Gambdis habían “comprado”, y Sio Gambible (que era un vejete y nos habíamos olvidado de él, pobrecito) se estaba muriendo de desnutrición en la nave-Ostra-real, la cual, por cierto, había trabado amistad con los microorganismos del lugar. Ya les estaba dando de comer, quedándose escuchimizada, no sin antes haberles lanzado a Sio Gambible, que era un peso innecesario, y haberse tirando un par de pedos, dejando sendos cráteres en el suelo, dentro de los cuales no cabría posibilidad alguna de vida, ni siquiera si limpiaran la piscifactoría.

Al día siguiente, GambaWan ayudaba a “tengo-nombre” … Bien, ahora no se queja; ayudaba a “tengo-nombre” a preparar su vaina-navaja. Tras incorporarle en la guantera las PentHouse Comix (para eludir a la policía, aseguró Anakin), y preparar el SubWoofer y el óxido nitroso, y después de las pruebas iniciales (y de evaporar un par de dúplex de los vecinos), decidieron que todo estaba listo, es decir, que le jodieran a Anakin y se lo montara como pudiera

1 comment:

†Łųşııh† said...

Es una pasada tio, me estaba desq-ojonando, te lo has currado, felicidades =)