Wednesday, April 22, 2009

Y volvió a vivir

Me levanté en la mañana y todo era distinto, pude observar a mi alrededor un montón de elementos que nada me decían de mí, un montón de objetos que ya no me identificaban, caminé entre la gente y pude ver a mi alrededor montones de personas a los que no les importaba lo que ocurría a su alrededor, centenares de ojos que miraban al frente y de forma automática seguían una rutina que les había hecho perder el brillo, pero creían ser felices sin conocer la felicidad, coleccioné miradas y demasiadas eran vacías, busqué sueños pero por ningún lado aparecían, sin crítica y sin conversación, con no más que una sucesión de movimientos proseguían un camino que no conducía más que al barranco existencial de la vida, pero nada lo ve, desapercibido pasa el estímulo si a ningún receptor llega, caminar entre personas con el corazón ciego y la mente muda.

Llegó la tarde y busqué sonrisas en mis recuerdos, en viejos escritos y lejanos momentos que una cámara inmortalizó, y allí estaban, las hallé, pero no eran ciertas, no eran más que una ilusión que fue fruto de la complacencia que te otorga la ignorancia, la sonrisa de quién cree que debe sonreír sin saber el por qué. Caminé nuevamente entre la gente y ni allí las había reales, eran pasajeras, pequeños vestigios de una realidad incierta en el que la razón golpea los muros que la aprisionan y busca un lugar por donde poder ver la luz del sol, siendo en la toma de contacto donde se remueve la esperanza que el tiempo ha asfixiado, que las mentiras ha creado y que sospecha que existe otra verdad que no le será revelada allá donde suele buscar.

Llegó la noche y con ella la valentía repentina, la esperanza en una nueva empresa interior, la confianza en el cambió, llegaron los sueños e ingentes cantidades de mentiras que eran capaz de convencerme de que lo que era imposible, podía suceder. Me sumergí en la madrugada de la mano de las palabras y los corazones desamparados y llegó el análisis con el que la pequeña montaña de naipes se derribó y vi la claridad, que no me llevaba más que al vacío, dónde navegué durante meses.

En una inestabilidad incomparable a tiempos pasados busqué algo a lo que agarrarme, algo que me diera tiempo a recomponerme e intentar salir de allí, pero todo esfuerzo era en vano porque navegaba contracorriente, contra la corriente de mis sueños, contra mis principios, a los que yo mismo había puesto contra las cuerdas sin apenas saberlo y en ese instante vi que la salida estaba allá a dónde me arrastraba la razón así que aun a riesgo de perder algo en el camino decidí nadar con todas mis fuerzas por aquel camino al que las aguas me conducían, llegó el final donde había una inmensa luz y me abalancé sobre ella sin saber qué sucedería, entonces comencé a despertar de mi letargo. Los ojos que anhelaba desde la sombra me miraban y me daban calor, sin saber bien cómo llegué a sus brazos y ellos me recogieron, alcancé sus labios y pude besarlos, noté su piel y mis manos pudieron recorrerla, cerré los ojos y me sumergí en el éxtasis del cariño.

Me levanté en la mañana y todo era distinto, pude notar tu esencia en cada elemento, tu olor invadía mi habitación y me hacía volar. Caminé entre la gente y vi tus anhelos allá donde iba, buscaba historias para ti, buscaba rincones donde crear sueños, dibujé lineas en el mundo que me llevaran hasta tus besos y rocé el cielo con tus susurros que acariciaban mi cuello.

Llegó la tarde y encontré tu aliento en todas partes, tus abrazos y tu apoyo. Caminé de nuevo entre la gente y me topé con tu sonrisa revolviendo mi interior, desestabilizando el latir de mi corazón. La encontré en todas partes y el mundo al fin sonreía, mi mundo sonreía y yo también volví a sonreír. Me colé en tu mente y dibujé más sonrisas, llegué a tus palabras y las llené de vida, de toda la vida que había vuelto a mí.

Llegó la noche y lo supe, miré a las estrellas y ellas también lo sabían y con complicidad me sonreían, miré mis manos y ellas lo dibujaron, en el papel quedó plasmado. Lei lo que había escrito y navegué entre las letras abrazando cada una de ellas... allí ponía “Te quiero” y ninguna tinta lo trazó, nada más que mi corazón.

Me levanté en la mañana y todo era distinto, allí estabas tú, y el resto de este cuento lo escribiste en mi interior.