Tuesday, January 23, 2007

01 - El decreto de Amaesh nº 27

Oigo un sonido, es molesto, a mi mente adormecida, que aún piensa en las imágenes ocurridas en el sueño paranoico probablemente inducido por las autoridades, le parece y le cuesta discernir si son voces, música o algo similar.
Instantáneamente mi mente se despierta de golpe, no como mi cuerpo que aún siente el calor de las sábanas. En un segundo levanto rápidamente la mano y de un porrazo apago el despertador que con esa pequeña tortura me ha hecho despertar.
Como siempre echo a un lado las sábanas a sabiendas de lo que ocurriría, según lo hago un escalofrío me recorre el cuerpo y dejo atrás el calor de las sábanas. Con frío me levanto y lo primero que hago es ir a saludar a mi madre la cual, al contrario que yo todavía no ha conseguido que su mente se despierte, y lleva su cuerpo a la cocina a tomar alimentos que, como todas las mañanas, han aparecido en el tubo de alimentos.
Tras saludar a mi madre lo siguiente que hago es ir al lavabo y tras el acostumbrado aseo matinal me encamino a mi habitación para cambiarme.
Al entrar lo que veo es esa habitación que mi madre dice que es una locura de papeles, aunque yo siempre pienso para mis adentros que es un orden dentro del desorden, pues si ordenara la habitación no sabría dónde se encuentran la mitad de los planos.
Precisamente en el momento en el que entro, encuentro sobre la mesa los planos de lo último en lo que estaba trabajando la noche anterior, y sin pararme a pensar que iba justo de tiempo me pongo a mirarlos detenidamente. Me quedo absorto, como siempre que me pongo a trabajar en los planos del traje multifunción que había representado en ellos, y me pongo a pensar lo que me había costado durante los últimos 2 años el proceso de investigación que estaba a punto de culminar, al estar a punto de terminar los planos de lo que para mi madre eran chorradas que lo único que hacían era traer problemas.
Mientras miro los accesorios que tiene este traje en comparación con el traje de asalto usado por las autoridades, noto como una corriente eléctrica que me pasa por los hombros, por toda la columna vertebral, para luego volver y concentrarse en la cabeza con un molesto punzamiento detrás de los ojos. Desde hace 1 año al empezar a trabajar siento esta corriente pasando a través de mí como si fuera un cable, y acto seguido, empiezo a verlo todo con una lucidez impresionante, todo se vuelve más sencillo.
Esta vez no fue distinto y empiezo a ver todo de esta manera, y cosas que normalmente no podría realizar ni un técnico especialista en robótica me parecen un juego de niños.
Un técnico no podría trabajar con los planos que estaba diseñando porque en ellos había hecho diseños de nanorobots que usan emisores de hologramas. Dichos hologramas se ajustan al cuerpo del portador del traje permitiéndole cubrirse con un holograma que es imposible de detectar pues táctilmente parece incluso real.
Aparte, había conseguido mejorar la resistencia, tanto a golpes como a temperaturas extremas, de los trajes de asalto que las autoridades usan en los enfrentamientos armados, todo ello gracias a que añadí en la aleación de la que están hechos una gota de mi propia sangre. Esto sigo sin entenderlo, pues al probar al igual con los componentes metálicos que tiene la sangre normal, como con sangre de otro cuerpo distinto al mío no he conseguido el mismo efecto, así que seguiré buscando el porqué de ese aspecto.
Estoy pensando en esto cuando al sentir la corriente a través de la columna miro el reloj y dejo los planos a un lado y me visto, pues sino no llegaré a clase a tiempo.
Cojo la cartera me pongo el abrigo me despido de mi madre que se acaba de despertar mentalmente hablando y le han entrado las prisas. Cojo mi mp3, me calzo los auriculares y salgo de mi casa para ir hacia la facultad.
Cuando salgo voy escuchando la rasgueante voz de una guitarra a todo volumen, todavía es de noche, la gente camina a mi lado encerrados en la rutina de la que intento escapar con cada paso hacia delante que doy, con prisas, pasando a mi lado como si en realidad no me vieran y a una velocidad inusitada, cuando empiezo a notar que me estoy mojando.
En ese momento me paro y la gente a mi alrededor me empieza a empujar y pegar empellones, con lo que consiguen que levante la cabeza y vea la lluvia cayendo cuando el controlador atmosférico había prometido un día agradable y despejado. Ante esto lo único que ocurre es que cuantas más personas sin paraguas pasan a mi lado como una exalación, más se demuestra que el sistema falla irremediablemente otra vez, lo cual desencadena que me empiece a reír estrepitosamente y la gente de mi alrededor se aparten silenciosamente mirando con temor al otro lado de la calle, cosa que hace que me ría aún mas fuerte. Al otro lado de la calle lo que hay no es mas que dos agentes de la autoridad que se fijan en mi y activan en mi dirección su atarner, el lector de mentes, desarrollado 30 años antes, con lo que ven qué estoy pensando y al estar prohibidos los pensamientos que han desencadenado estas reacciones, se lanzan hacia mi a aplicar el decreto nº 27 del código de Amaesh:

---Todo aquel que tenga un pensamiento de traición, que desencadene un sentimiento de ostentación que comunique ese pensamiento, será ejecutado por la mano de los agentes al momento y si tiene algún cómplice (el cual será cualquiera que comparta su pensamiento en ese instante) también será ajusticiado igualmente---

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